Todos los que disfrutamos del running, conocemos la importancia que nuestra propia cabeza tiene en el rendimiento: estado de ánimo, motivación…
Por ello, no siempre una preparación adecuada garantiza un rendimiento idóneo y proporcionado a los entrenos y dedicación que hemos hecho.
Así, durante una competición, la importancia de nuestra entereza psíquica suele valorarse en el momento en que viene la fatiga y el cansancio, y de golpe nos entran las dudas de si las piernas van o no van, de que llevamos las pulsaciones a tope…
Contando mi experiencia personal para estas situaciones, en todas las carreras siempre llevo en la cabeza a una persona (un familiar, un amigo, algún conocido) que está atravesando un momento complicado, para impedir que me supere el pensamiento negativo que atrae la fatiga y el cansancio, y sustituirlo por el afán de superación.
En la carrera de Grutear que corrimos el pasado domingo 18 de noviembre, me acompañó Pascual, mi suegro del que apenas disfruté cinco años, y que se marchó para siempre el miércoles anterior. Él también me ayudó a rendir en esa carrera, igual que Víctor y Arancha. Mi pequeño y modesto esfuerzo, fue por ellos.
Eugenio Romero