Que el trail running es algo que está en auge en nuestro país es algo evidente. Tanto el aumento de ventas de modelos relacionados con el trail como la proliferación de carreras de montaña son buen ejemplo de que las piedras, las rocas y las raíces están de moda. Y muchos son los que han sido infieles al asfalto con este cambio de disciplina. Cada vez es más común escuchar a corredores que han corrido toda su vida por la ciudad oírles decir que buscan nuevas emociones en carreras con más desnivel y con más exigencia técnica. Sin embargo, hay que saber que por mucha experiencia que tengamos en el asfalto (no sobra, en muchas situaciones tiraremos de esos conocimientos) el trail running es un deporte completamente diferente, y para ello es necesario una readaptación de conocimientos.
De hecho, para iniciarse en el trail running hay que asentar las tablas sobre las que nos situamos. Esto es conocer nuestro nivel en el running de ciudad: cuántos años llevamos corriendo de manera continua, a qué ritmos nos desenvolvemos con mayor facilidad, en qué estado muscular nos encontramos, cómo de fuertes mentalmente somos, nuestra capacidad cardiovascular etc. Todos los kilómetros que hayamos acumulado antes de probar suerte con la montaña nos beneficiarán en el sentido de conocernos a nosotros mismos, saber nuestros límites y a qué estamos dispuestos a llegar para lograr nuestros nuevos objetivos. Una vez hecha esta radiografía del corredor hay que prestar algo más de atención a los siguientes puntos:
Aunque ya hayas completado infinidad de carreras de larga distancia hay que ser realistas con los primeros objetivos. Que la carrera sea poco exigente te preparará gradualmente a lo que venga más tarde. No más de 20 kilómetros de distancia, un desnivel acumulado de no más de 1.500 metros y una dificultad técnica baja son las características ideales para que tu primer contacto sea satisfactorio y tengas gusanillo de la siguiente.
Andar también sirve para ir hacia delante.
Andar es imprescindible en las carreras de montaña y todo aquél que viene del asfalto no conoce aún la utilidad de este recurso. Para ello es necesario entrenar el caminar, la postura y el equilibrio para poder economizar fuerzas en terrenos más técnicos sin que nos exijamos mucho muscularmente ni perdamos mucho tiempo en esos tramos.
Las bajadas marcan la diferencia.
La gente que viene del asfalto sabe que las bajadas sirven para soltar la musculatura y bajar a un ritmo fluido sin exigirse mucho muscularmente. En la montaña todo lo que sea de carácter técnico es lo que marcará la diferencia para mejorar tu fluidez en este tipo de carreras y, si es algo que te preocupa, también bajará el cronómetro. Combinar bajadas, caminar y tramos más técnicos es lo que hará que poco a poco te conviertas en un auténtico trail runner.
La mentalidad juega a un ritmo diferente.
Olvídate de cualquier referencia anterior en tiempos, ritmos y distancias. La montaña tiene desnivel, piedras, árboles o palos por lo que es imposible que iguales tus registros anteriores. Si estás corriendo en la montaña es porque quieres otros tipo de sensación diferente a la de ir rápido. Disfruta de cada árbol, cada paisaje y cada bajada, ya tendrás tiempo de hacer series cuando vuelvas a casa.
La montaña es más exigente a nivel muscular.
Conseguir un buen equilibrio entre masa muscular y flexibilidad es más importante en el trail running. El asfalto es llano, la montaña tiene determinadas exigencias tanto en propulsión (impulsos para superar desniveles positivos) como en el control del impacto (las bajadas exigen mucho control para el exceso de velocidad no sobrecargue diferentes zonas). Los cuádriceps y los gemelos son esenciales y realizar trabajos excéntricos beneficiará tu estabilidad y tu soporte.
El equipamiento es esencial en condiciones extremas.
Con unas zapatillas decentes y cualquier camiseta de deporte se va bien pertrechado a cualquier carrera de asfalto de corta-media distancia. En el momento en el que te adentras en la montaña la temperatura, el terreno y las condiciones generales son más exigentes. Es necesario un calzado adecuado que te proteja de piedras, un equipamiento textil capaz de resistir al aire y la lluvia y complementos que faciliten tu visibilidad en cualquier momento. Además, el tema de la alimentación hay que cuidarlo más pues nunca sabes lo que te puede llevar completar un tramo más técnico ni si perderte durante unos kilómetros te hará llegar al avituallamiento como habías calculado.
La “pregunta del millón” en este tipo de comparaciones es graduar la exigencia de cada disciplina: ¿Es más fácil correr por la montaña o por el asfalto?
Como todo en esta vida la respuesta es relativa y depende de los ritmos a los que corramos cada carrera, ¿o acaso correr 100 metros es exigente? ¿Y hacerlo por debajo de 10 segundos? Ahora bien, lo que es claro es que no se necesita una preparación tan alta para completar dentro de tiempo una carrera de montaña como otro tipo de carreras. Bien sea porque todavía no existe un número tan alto de corredores, bien sea porque el nivel popular en España todavía está lejos de competir con otros países europeos, es menos exigente ser finisher en una carrera de montaña. Sin embargo, el correr por montaña te exige dominar diferentes técnicas que en asfalto (cuando se trata de mantener un ritmo constante durante una distancia determinada) no son necesarias. Saber andar, saber bajar, saber alargar zancadas o saber acelerar el ritmo en terrenos menos técnicos y bajadas son varias de las pruebas de que el trail running es más completo, ya que es más difícil graduar el esfuerzo ante situaciones tan dispares.
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